La última y nos vamos.
Empieza el final de una era. La de los segundos galácticos. La era que empezó Mourinho y que con la partida de Modric nos dejará huérfanos de nuevo. Con el Madrid siempre ha sido así, el club primero, nadie por encima de él, algo que los más veteranos recordaremos con Raúl y los más jóvenes con Cristiano. Son cosas que pasan, dirán. Pero lo cierto es que algo se muere en el corazón cada vez que pasa eso. Sé que llegará el momento en que puedas llenar ese vacío con otros jugadores que tomen el relevo. Pero estos pequeños duelos, conforme creces, se vuelven difíciles. Porque no es solo fútbol. Es crecer con ellos. Es ver cómo cada pase, cada regate, cada noche mágica en Champions se convierte en parte de tu historia personal. Y cuando se van, cuando cuelgan las botas o emprenden otros caminos, sientes que se lleva un pedazo de lo que fuiste. Modric no solo fue un centrocampista de leyenda; fue un símbolo de resiliencia, de clase, de saber estar. Un reloj suizo con el alma de un poeta. Ah...