Domingo de Ramos 2025
Entrada del capítulo 1:
“En un rincón del universo donde el incienso es más denso que la atmósfera y las calles están más llenas que el metro de Tokio en hora punta, existe una ciudad donde la fe, la música y las torrijas se unen en una épica coreografía anual: Sevilla.
Y entonces llegó… el Domingo de Ramos.”
Domingo de Ramos – Bienvenidos al tutorial avanzado de esquivar nazarenos y no morir aplastado por una banda de cornetas
Los sevillanos se levantan temprano, se visten con más estilo que para una boda, y se lanzan a las calles con la ilusión de ver pasos de varios kilos flotando mística y milagrosamente por adoquines imposibles, como si estuvieran patrocinados por Hoverboards sagrados.
La jornada comienza con una pregunta fundamental:¿Dónde está la sombra?
Porque sí, en Sevilla en Semana Santa hay tres cosas sagradas: el paso, la saeta, y el sitio con sombra. Este último es un bien más escaso que el sentido común en las procesiones.
Las cofradías del Domingo de Ramos hacen su aparición triunfal. La Borriquita abre la jornada porque, obviamente, no hay Semana Santa sin una entrada triunfal en burro. Esto, para los profanos, no es un insulto, sino una escena bíblica y el equivalente eclesiástico de llegar en coche de caballos a la Feria.
A partir de ahí, la cosa se lía. Las calles se llenan de capirotes que parecen antenas parabólicas con pies. Los nazarenos reparten caramelos con una sonrisa estoica mientras sudan bajo túnicas negras en pleno sol andaluz, preguntándose en qué momento exacto de su vida dijeron “sí, yo quiero hacer penitencia… en agosto disfrazado de sombra misteriosa”.
Y no olvidemos el kit del sevillano experimentado:
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Silla portátil nivel Transformer
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Botellín de agua bendita (o cerveza)
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Aplicación de geolocalización cofrade
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Capacidad sobrehumana de estar de pie durante 8 horas sin quejarse (mucho)
Por la tarde, La Estrella, San Roque, La Amargura y otras grandes protagonistas hacen su magia, acompañadas por bandas de música que combinan pasión y decibelios hasta niveles que harían llorar a un técnico de sonido.
En algún momento, alguien suelta la frase mítica:
“Esto no se puede explicar, hay que vivirlo”
Justo cuando acabas de quedarte atrapado entre una reja, una señora con mantilla y una banda que avanza como un tanque espiritual.
Conclusión del día:
El primer día de Semana Santa en Sevilla es como entrar en un universo paralelo donde la devoción se mezcla con el postureo, el arte con el caos, y el cielo con olor a incienso.
Y recuerda, viajero galáctico:
No entres en una bulla sin saber cómo vas a salir.
Y nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia… pierdas de vista a tu madre en una esquina de Sierpes.
Continuará… si logras salir del centro.
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