Sevilla, 08 de Febrero del 2010.
7:30 de la mañana.
Levantarse o dormir, no hay opción si quiero aprobar el examen del jueves, es un todo o nada. Me levanto, intento hacerme a la idea de que lo que se oye afuera no es lluvia, son m&m's cayendo del cielo. Me preparo para la sorpresa del siglo, no hay tal, es lluvia mojandolo todo, el asfalto, los coches, la ropa que tendí anoche.
Me pongo la ropa, el abrigo, las botas, salgo. Como todas las mañanas me pongo mi ipod, por los auriculares suena algo de rap en Español, la lluvia es poca, casi ínfima, pero esta presente. Cojo el autobús, va lleno, ¿lleno?, hasta el culo diría yo. Paso medio viaje oliendo el pestilente abrigo de una china. Nos paramos en mitad de un cruce.
Si hay alguna regla no escrita que tienen los sevillanos a la hora de conducir es esta: cuando llueve, todo vale. Vale pararse en mitad de un cruce, vale quedarse parado sobre la vía del tranvía, vale bajar a la gente fuera de parada, vale poner la calefacción a tope y asar al personal.
Veinte minutos después de estar parado en medio de la nada me siento harto, no se si es el golpeteo de las gotas en el cristal, o la vieja que esta detrás mio que dice que tiene asma como la chari que tiene una hija que va al cole y que esta mañana se levanto con fiebre; señora ¿a quien le importa?. Pero las preguntas sobran. El chófer abre las puertas, bajo del autobús y ando entre la lluvia.
Cuando llego al Prado de San Sebastian (esa especie de centro neuralgico de los atascos sevillanos) la escena no puede ser mas bizarra. Un camión de una lavandería industrial detiene el trafico, detiene el tranvía, por detener, detiene hasta el paso de peatones porque esta a mitad de todo.
Miro el reloj, es demasiado tarde. Cuando llego a la facultad puedo esbozar una sonrisa, aun hay sitios de sobra en la sala de estudio, me río, si alguna vez me preguntan como conducen los sevillanos un día de lluvia, ya se la respuesta.....
Como el puto culo.
AMEN
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