6 de abril de 2015

Poesia

Aun recuerdo mi aventura en el mundo secreto de la poesía, tenia yo trece años y asistía a secundaria. Aquello era todo un mundo nuevo para mis sentidos, gente nueva, experiencias interesantes, pero quizá sobre todas esas cosas lo que mas me ilusionaba era la posibilidad de escribir.

A los 12 ya había publicado mi primer 'articulo' en el periódico Siglo 21 de mi ciudad, me convertía incluso en 'reportero joven' durante las elecciones del 9 de Noviembre de vaya usted a saber de que año, fue aquella tarde sentado frente a un viejo mac, que supe que de cierto modo algo corría en mis venas que adoraba aquel olor a tinta que impregnaba el ambiente.

Tuve la suerte de tener buenos profesores, quizá no de esos que se empeñan en que uno escriba con puntos y letras en sus sitio, pero si del tipo de profesores que cuando el resto de tus compañeros te llamaban raro o loco, sabían que era por que no comprendían como funciona una mente creativa.

En aquella época empecé a escribir una especie de diarios en los que plasmaba mil y una ideas, era mi pequeño refugio ante esas opiniones negativas que el mundo se empeñaba en verter sobre mi cogote. Quizá por eso llegue a la poesía, un genero que mi profesora se encargaba de llamar 'El pequeño jardin de los sentimientos' y al cual llegue mientras buscaba la manera de cortejar a la que a la larga seria la chica que mas veces a rechazado al mismo hombre (osease a mi).

A mi profesora le encantaban los poemas que escribia, dia tras dia me decia que aquello solo podia ser obra de un futuro gran escritor, incluso  llego a inscribir varios de ellos en concursos estatales, aunque sin que alguno de ellos diera resultado. A mi, poco me importaba, disfrutaba muchisimo transformando lo que sentia en tinta, aunque no surtieran efecto ni en un sentido ni en el otro.


Con el paso de los años, los rechazos, los amigos y la edad, las libretas siguieron en mi vida pero los poemas dieron paso a historias y pequeños cuentos, a historias de mundos inimaginables, romances imposibles, gestas heroicas y personajes peculiares como la vida misma. Quizá una parte de ellos se empezó a fraguar en aquellos años de secundaria, entre cartas rotas, poemas vacios y promesas incumplidas, pero creedme que nunca podre estar mas agradecido de haber encontrado esa habilidad innata para transformar aquellas cosas que habitan en mi cabeza en seres vivos por los que corre la tinta y el papel.

Cuantos años hacen, y que feliz los observo pensando cuanto he escrito y cuanto queda aun por escribir. 

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